Sunday 7 June 2015

MI participación en PDP (Hugo).




Módulo 1: El enfoque comunicativo experiencial

¿Qué he aprendido en este módulo?

Algo que he aprendido de este módulo ha sido no solo tomar como eje de mis clases las experiencias de los estudiantes sino también explicar por qué hacemos lo que hacemos. Como ejemplo, alguien comentaba en este módulo que muchas de las actividades que realizamos en el salón de clase pueden ser consideradas como "juegos para niños", por lo que muchos estudiantes no toman conciencia de que el juego es una forma de aprender también.

Explicarles el revés de la clase y explicarles el porqué de lo que hacemos, su fundamento pedagógico, me parece que es pivotal. Creo que esa tarea de reflexión uno la daba por sentado con generaciones anteriores. Sin embargo no es más así con las nuevas generaciones. Y esa tarea de reflexión enriquece muchísimo la clase y lo que los estudiantes perciben de nuestra actividad.

Otro de los elementos que destaco de este módulo ha sido el concepto de "estímulos multisensoriales". En esa oportunidad señalaba que podíamos apelar a las “historias digitales” que fueran un inicio motivador para el estudiante, por cuanto lo pondría frente a situaciones por las que él/ella habría vivido. En este caso, proponía entonces la apelación a “historias” sonoras y visuales como eje disparador de muchas clases.

Siguiendo a Kieran Egan (Egan, K. (1997). The Educated Mind: How Cognitive Tools Shape Our Understanding. Chicago: University of Chicago Press), esta estructura nos permitiría acceder de forma rápida y económica al tema en cuestión, activando y despertando la curiosidad y la atención del alumnado al introducir novedad, sorpresa y complejidad.  

En suma, creo que “dar cuerpo” a un tema a través de un acercamiento narrativo que dispare esos "estímulos emocionales" puede llegar a extremos  interesante porque contribuye no solo a darle a nuestra clase un hilo conductor coherente sino porque nos permite introducir elementos de resolución de problemas o conflictos a partir de experiencias propias. Se permite de esta forma que el estudiantado se involucre de una forma mucho más natural y colaborativa y encuentre un eje –su propia experiencia- como punto de partida. 

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Módulo 2: El uso de las imágenes.

 ¿Qué ha aprendido en este módulo?

En este módulo he tomado especial conciencia sobre el impacto del uso de la imagen en nuestras clases. 

Sin duda, los estudiantes necesitan aprender en forma visual, pero los profesores tenemos que aprender a enseñar y a trabajar con las imágenes mucho mejor de lo que lo hemos venido haciendo hasta ahora. Debemos desarrollar nuestras habilidades profesionales en lo que concierne al uso y tratamiento del lenguaje y de la alfabetización visual como una parte más de nuestras competencias didácticas y de dominio y transferencia de conocimientos. 

Lo fundamental es aprender a usar las imágenes de forma más eficiente para captar la atención de nuestros estudiantes, y aprender a cómo resaltar elementos significativos a través del color, del tamaño y del movimiento. Y en este sentido, pese a algunos estudios que han puesto en discusión el tema, creo que la animación es algo fundamental que debemos incorporarla en nuestras presentaciones cada vez más. En la era de los ordenadores esto no es difícil: como profesores, debemos aprender a ilustrar nuestras explicaciones con animaciones que hagan más claras nuestras explicaciones y con ayudas visuales y que permitan hacerle entender al alumnado cómo una lengua “representa” una situación.

En mis clases apelo muchísimo a las imágenes en conjunción con una aproximación a la gramática cognitiva. Esto me ayuda a fomentar una visión de la gramática como forma que tiene una comunidad lingüística particular de ver y entender el mundo. Así, por ejemplo,  recurro a los cuatro usos que comentaba Ben en su presentación. Aquí solo me gustaría recordar en particular el primero. 

Me parece importante hacerles observar a los estudiantes a través de imágenes que el significado lingüístico no reside en la naturaleza objetiva de la situación concreta que describimos, sino que depende en particular de cómo se aprehende esa situación, cómo la conceptualizamos o construimos en nuestro marco mental. En este sentido, las imágenes –y sobre todo algo que estoy usando cada vez más: la animación que las acompaña- me ayudan muchísimo a transmitir conceptos o significados que, de otra forma, resultarían incomprensibles o difíciles para un estudiante extranjero. Me ayudan a “mostrar”  cómo un hablante “manipula” los elementos de una situación dada y describe una escena espacial concreta, realzando algunos aspectos o poniendo en la sombra otros. Hoy en día, gracias a los ordenadores, podemos hacer esto con mucha facilidad.

De todas formas, habiendo dicho esto, hay que tener mucho cuidado de no caer en caer en la tentación de las animaciones innecesarias. Siempre hay que meditar muy bien respecto de las animaciones que queremos usar: ¿ayudan en la explicación o tienen una finalidad decorativa? ¿Es de verdad necesaria esa animación? Si es por puro efecto decorativo, debemos olvidarla. Pero si le encontramos un fundamento pedagógico, ¡bienvenida sea!

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Módulo 3: Cómo motivar a los estudiantes.

¿Qué he aprendido en este módulo?

¿Por qué muchas veces sentimos que falta motivación en la realización de una tarea de aprendizaje particular?

En lo que tiene que ver con una actividad concreta de clase, el módulo me llevó a reflexionar sobre los siguientes puntos relacionados con la falta de motivación:

1. Hemos planteado una tarea que apunta más a nuestros gustos e intereses que a lo que a los estudiantes realmente les gusta o interesa. Solución: sondear qué les gusta e interesa y cómo podemos aprovechar esos intereses para nuestro provecho (algo nada fácil si existe una brecha generacional entre profesor-alumno y que exige de nosotros mucha paciencia).

2. La tarea es excesivamente larga y no hemos considerado que el nivel de atención de las nuevas generaciones es bastante volátil y disperso. Si comparo la extensión de algunas de mis actividades de hace 15-20 años, la diferencia es notable. Solución: controlar mucho la duración de la tarea, incentivando a los más rezagados, participando con ellos o armando grupos en los que haya un balance de estudiantes lentos y rápidos de forma tal de que se ayuden mutuamente para poder completar la tarea dentro de un periodo cómodo para todos.

3. No les hemos planteado en un principio a los estudiantes la razón de la actividad, porque pensamos que es muy obvio y evidente. Sin embargo, he notado que a estas nuevas generaciones de estudiantes hay que explicarles mucho más que antes las razones y motivos de una actividad, por obvio que parezca. Solución: hablar con los estudiantes sobre cuál es el objetivo de la tarea, qué buscamos con ella y qué esperamos que ellos logren. Siento que cada vez se hace más necesario este tipo de charlas con las nuevas generaciones. Aquello que consideramos muy obvio para nosotros no siempre lo es para ellos. No logran hacer el clic entre una tarea concreta y las habilidades que se buscan. Y al no ver esa relación se desmotivan muy rápidamente. En cambio, si entienden los motivos, la cosa se vuelve menos complicada y estresante para ellos.

Otro factor importante sobre lo que me hizo reflexionar este módulo fue lo concerniente a la motivación del profesor. 

Muchas veces hablamos de la motivación de los estudiantes, pero poco hablamos de la de los profesores. Y en nuestro intercambio de mensajes se planteó esto también. A veces preparamos materiales y vemos que funcionan muy bien en nuestros cursos y los pasamos a nuestros colegas pero ellos mismos no se motivan y se resisten a usarlos. A veces me he preguntado: ¿será porque no siguieron todo el proceso de preparación de ese material y no lograron ver toda la reflexión que pusimos detrás? Y esa reflexión va desde el lugar en la página en donde ponemos las cosas, los colores que usamos, hasta la pensada redacción de la instrucción y demás. 

En los últimos tiempos, cuando preparo un material y lo paso a un colega, le explico en notas por qué hice lo que hice. Desde que explicito el objetivo y el uso de esos materiales en esas notas, observo que los profesores toman el desafío y hacen el esfuerzo de probar esos recursos que les preparo. Pero no es fácil. Somos muy conservadores y muchas veces nos resistimos al cambio, sobre todo si de tecnología se trata.

Creo que el tema de la "motivación del profesor" en la clase es un tema serio, daría para mucho y se trató tangencialmente en este módulo. Cuando el profesor está motivado con una tarea o un tema, eso se ve en todo momento -y supongo que los estudiantes lo perciben y responden acorde a eso-. Se ve esta motivación desde el momento en que se le ocurre una idea, la desarrolla, la prueba, la ajusta y la vuelve a intentar porque está convencido de que eso puede funcionar, de que ahí hay algo que bien pensado puede dar sus buenos frutos (aun en temas aburridísimos como el alfabeto o los números, como ejemplifiqué en una de mis intervenciones).A veces no hay que bajar los brazos de inmediato. Lo que este semestre no funcionó puede funcionar el próximo año, con otro grupo, previa adaptación a partir de nuestra experiencia. Y en este sentido, nuestra paciencia debe ponerse a prueba.

Sin duda, nuestra profesión está cambiando muchísimo. Durante siglos hemos tenido siempre la misma situación (una clase -o un lugar debajo de un árbol-, una pizarra, el profesor en su cátedra y alumnos pasivos). En cambio, este siglo nos encuentra con grandes cambios: el profesor debe saber no solo de su materia particular, sino de neurociencias, de usos de la tecnología y de diseño (porque los entornos en línea son algo que ha venido para quedarse). Debemos saber cómo enfrentar a estudiantes más inquietos, con más conocimiento de los medios sociales que nosotros, y por lo tanto más acostumbrados a una rapidez e inmediatez, fenómenos todos que a muchos de nosotros nos resultan todavía ajenos. Siempre les digo a mis colegas más jóvenes que el profesor que no tenga estos conocimientos, que no se deslice en estas aguas un tanto turbulentas y imprevisibles de las tecnologías emergentes con comodidad, está perdido. No tendrá lugar en la educación de los próximos años.

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Módulo 4: Cultura comunicativa para una enseñanza comunicativa y experiencial 

¿Qué he aprendido de este módulo?

En la presentación de este módulo y el intercambio que siguió me llevó a reflexionar sobre los documentos y ejemplos visuales que utilizamos en nuestras clases para ejemplificar aspectos de nuestras culturas hispanas  (así en plural).  Suelo ser muy crítico con los vídeos y las imágenes que vienen con nuestros manuales y siempre aprovecho para ir un paso más allá de esos documentos visuales.

Por lo general, me propongo hacer reflexionar a mis estudiantes sobre qué muestran esas imágenes de nosotros y por qué. Vale decir, no las uso solo para “enseñar lengua” solamente o para hablar de algún aspecto de la cultura en concreto, sino para charlar también sobre aspectos ideológicos que tienen que ver con una mirada intercultural: cómo nos mira el otro y cómo nos reconoce y nos representa (sobre todo en mi caso que trabajo con libros de enseñanza de español editados por editoriales norteamericanas). 

Me interesa mucho incluir esa mirada crítica que tiene que ver con estos aspectos interculturales, por cuanto muchas veces, estos documentos visuales que mostramos no cuestionan las representaciones clásicas que se intentan dar de nuestras culturas en los medios en general. Por el contrario, el material con el que trabajamos suele -casi sin excepciones- perpetuar un sentido global que refuerza prejuicios y convicciones implícitas sobre nuestras culturas (que siempre además se piensan en singular). Y estos son aspectos que muchos de nuestros estudiantes traen a clase y que han internalizado acríticamente a través de otras formas visuales (como el cine de Hollywood o las series norteamericanas más inocuas, por ejemplo). En suma, este módulo me hizo meditar sobre este conflicto.

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Módulo 5: Gamificación y flipped learning   

¿Qué he aprendido en este módulo?

Pese a todo lo escrito respecto del uso de las tecnologías emergentes, los profesores poco debatimos acerca de cómo diseñar actividades atractivas para los entornos virtuales que invaden nuestras clases. ¿Se nos prepara en las cátedras de formación docente para estos nuevos desafíos? ¿Cómo nuestras tareas con la tecnología pueden motivar a los estudiantes en su aprendizaje, “convirtiendo algo soso en algo interesante” como señala Mora en uno de sus libros? ¿De qué forma podemos crear y desarrollar actividades significativas que fomenten la interacción, la curiosidad por aprender y el diálogo para cimentar la adquisición del lenguaje? ¿Cómo podemos aprovechar todas las posibilidades que nos brinda el medio pero sin olvidar sus retos? Y finalmente, ¿de qué manera el contexto educativo en el que estamos inmersos –con sus falencias y virtudes- afecta este diseño? Estas fueron algunas de las preguntas que este módulo me movilizó.

En este módulo y en el desarrollo del intercambio con mis colegas entendí un concepto que estaba aplicando en mis clases pero con el que me peleaba mucho, porque no lograba encontrarle la vuelta a una pregunta esencial: "¿Qué poner "fuera de la clase"? No podía sentarme a explicar en el vacío el imperfecto, por ejemplo, antes de verlo en la clase. No se trataba de eso y no me parecía que eso era un flipped classroom.

El intercambio con mis colegas me ayudó a reflexionar mucho sobre qué significa este concepto en la clase de lenguas y cómo puede adaptarse. Sigo insistiendo en que hay mucho espacio todavía para meditar sobre esto, porque estamos perdiendo de vista algo importante. El concepto surgió en clases de ciencias, por lo que se necesita un mayor análisis y reflexión para poder aplicarlo en nuestras clases de segundas lenguas. No se trata de ponerse delante de cámara y explicar cómo usar una estructura lingüística o bajar un vídeo de Youtube o bajar un vídeo de Khan Academy.

Después de "pelearme con el concepto y cuestionarlo",  este módulo me permitió comprender que se podía dividir la clase en dos aspectos marcados: 

A) un trabajo individual (e interactivo en línea), que le diera al estudiante tiempo para ir entendiendo y meditando sobre las nuevas estructuras que vamos introduciendo. Creo que inmersos como estamos en la locura de que “todo debe ser rápido para que no se aburran” estamos olvidando que no les estamos dando el tiempo para que puedan entender en primer lugar para qué viene ese ítem lingüístico, para qué sirve y cómo usarlo. Encerrados en la vorágine del “rápido que no se aburran” olvidamos darles el tiempo para entender ese material y para “tomar conciencia” de él.

Pero no se trata solo de entender y meditar sino también de adquirir y “volver automático”. Y aquí viene a cuento el segundo aspecto:

B) el papel del  trabajo interactivo presencial con sus compañeros, con un ser de carne y hueso con el que interactúan en situaciones concretas de aprendizaje que preparamos ad hoc para la clase (sea con juegos de roles, con competencias, o con escenarios de aprendizaje, etc.). 

Creo que este módulo me ayudó a entender cómo "flipear" la clase de lengua y cómo hacer esta divisoria entre aquello que puede ir en línea y aquello que no. Este año lo puse en práctica de manera mucho más concreta en uno de mis cursos y creo que con resultados bastante satisfactorios. De todas formas, creo que todavía falta nos faltan más pruebas y experiencias concretas.

Pero fundamentalmente lo que debemos entender es que pensar que podemos armar algo del día a la noche es equivocado. Empecemos por pequeñas cosas: un año prueba con una parte pequeña del curso. En el semestre próximo podemos incorporar alguna otra modificación y mejorar la anterior. Y así sucesivamente. Creo que por ahí pasa la cosa: no volvernos locos con estas innovaciones y pretender incorporarlas todas juntas en un solo intento.
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Módulo 6: Tareas gramaticales: reflexión y prácticas en un enfoque comunicativo experiencial

¿Qué he aprendido en este módulo?

Algo que me ha sorprendido en este módulo, y que no se ha mencionado en forma mucho más explícita durante su presentación (salvo en el Hangout final), es la forma que deben adoptar las actividades de realce de las estructuras lingüísticas.

Esta crítica al módulo me llevó a releer a varios autores que han seguido –y siguen- esta línea. Señalaba en su momento que autores como Ellis, Cadierno, VanPatten o –ya mucho más recientemente y en el ámbito español- Llopis García (para nombrar solo unos pocos) han indicado algunos principios que deberíamos seguir cuando preparamos estas actividades (véase por ejemplo el famoso Making communicative language teaching happen, de Lee y VanPatten del 95).

Este módulo no ha ejemplificado formas concretas en que estas actividades deben tomar para llamar la atención del estudiante. Y me parece fundamental que si estamos hablando de actividades de procesamiento se tengan en cuenta estos lineamientos. En algunos de mis mensajes mencionaba algunas formas sacadas del texto de Cadierno "El aprendizaje y la enseñanza de la gramática en el español como segunda lengua", editado por MarcoEle 2010:

1.          presentar siempre una sola forma de cada vez, con el objetivo de enfocar la atención en la forma que se está estudiando.
2.          tener en cuenta el significado, para que las actividades no sean ejercicios mecánicos sino actividades para que el alumno preste atención al significado del enunciado con el fin de realizar la actividad en forma satisfactoria.
3.          empezar en el nivel de la oración y pasar luego al nivel del discurso.
4.          usar tanto input oral como escrito.
5.          conseguir que los alumnos hagan “algo” con el input
6.          dirigir la atención de los estudiantes hacia esa estructura lingüística que queremos destacar para facilitar la alteración de las mismas, teniendo en cuenta siempre las estrategias de procesamiento que están en juego en un determinado momento.

Curiosamente, pocos ejemplos de estas pautas fundamentales se dieron en este módulo.

Así, si vamos a enseñar las terminaciones verbales de persona y número, no deberíamos presentar actividades que contengan el sujeto explícito de la oración porque, al ser más obvio que las terminaciones, los alumnos le prestarían más atención al sujeto explícito. Si sabemos que los espacios más importantes están al principio o final de la oración, pues entonces aquellas estructuras que se dan “en medio de la oración” serán pasadas por alto. Por lo tanto, esto nos lleva a diseñar las actividades de forma tal que esas estructuras pasen a ocupar un lugar inicial (y el diseño aquí es fundamental).

El ejemplo del objeto directo que daba en este módulo es quizás muy bueno aquí por los problemas que se suscitan con su colocación. De esta forma, preparar actividades con imágenes que los estudiantes tengan que manipular para identificar ciertos enunciados me parece que es una buena medida. Esto es pivotal, ya que los obliga a empezar a “pensar en imágenes”, en entender “la imagen mental” que se hace el hablante del español acerca de una determinada situación concreta (Lo besa apasionadamente vs LA besa apasionadamente. ¿Quién besa a quién?). El ejemplo que citaba en su momento en este módulo me parece que es claro (y creo que Goretti la reiteró en su Hangout final, aunque no suficientemente).

Soy un gran partidario de la apelación a lo visual en todo momento y creo que a este módulo le faltó una ejemplificación más detallada de algunos de estos postulados.

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Módulo 7: ¿Cómo hacer que los alumnos se impliquen en las tareas de interacción oral?

¿Qué he aprendido en este módulo?

De este módulo me interesó mucho este debate de motivación intrínseca y extrínseca que se abrió luego en el foro. Y sobre todo, me interesó en particular el análisis de los elementos que debemos pensar cuando se trata de “diseñar una clase” para que los estudiantes se impliquen más.

Esto me llevó a reflexionar sobre algunas de las técnicas que podemos organizar en clase para conectar los distintos temas que debemos introducir. Y no solo la distribución de los bancos en clase. Por ejemplo, organizar las actividades y temas alrededor de "un escenario narrativo" permite que todo fluya y que los estudiantes se impliquen más.

¿Qué significa esto? Armar un "escenario" en el que una actividad se conecte con la otra de la forma más natural posible es una opción válida, como lo señala Mora en uno de sus recientes libros. Un ejemplo -pero no el único- puede estar dado por la invención de personajes a los que les “pasan cosas”. Eso nos dará el "esqueleto" de la clase y nos permitirá unir una actividad con otra de una manera más sencilla. Así, si estamos viendo el tema de viajes, y debemos enseñar el imperativo "formal", introducir el "subjuntivo mandatorio" (mandative subjunctive, en inglés) o practicar el imperfecto y el indefinido, podemos hacerlo a partir de una historia concreta: unos personajes que van pasando por una serie de experiencias concretas.  

Los temas fluyen y las acciones que van realizando los estudiantes en el seguimiento de esos personajes presentan una variedad suficiente como para que estén siempre concentrados y alertas también. La variedad de actividades es fundamental, obviamente. Debemos pensar en actividades individuales, en pares, y en grupos mayores que puedan sucederse y alternarse, de manera que se obligue a los estudiantes a interactuar con una mayor cantidad de personas en el corto tiempo de clase. Pero también darles el tiempo para que mediten solos. No descartemos el trabajo individual tampoco. La alternancia de estas actividades y la posibilidad de que cambien de compañeros de trabajo durante varios momentos nos permiten que la atención no decaiga.

Otro factor importante sobre lo que me hizo reflexionar este módulo es el tiempo asignado a cada tarea. El problema de la concentración de estas nuevas generaciones es serio, por lo que controlar y "monitorear" mucho el tiempo para que la atención no se disperse es determinante también del éxito.

La conclusión de este módulo me llevó a pensar en diversas estrategias de clase, porque los estudiantes están -como nunca- influidos por un entorno mediado por una pantalla en continuo movimiento y cambio. Esto ha producido gente que se concentra por pocos minutos y que se desinteresa muy rápido de las cosas. De forma que, como profesores, debemos saber dosificar y aprender a usar diversas aproximaciones a nuestros temas. Ese saber leer el “termómetro” de la clase, y llevar una variedad de actividades en las que pongan en funcionamiento diversas habilidades es uno de los requisitos que un profesor debe tener en cuenta en todo momento.
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